UNIDAD 4

UNIDAD 4: LA TOLERANCIA

La tolerancia es uno de los valores humanos más respetados y guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o cosas que se alejan de lo que cada persona posee o considera dentro de sus creencias. Se trata de un término que proviene de la palabra en latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.

La tolerancia es posible de medir en determinados grados que guardan relación con la aceptación que se tenga ante algo con lo que no se está de acuerdo o que no se adecua al propio sistema de valores.

La importancia de la tolerancia radica en la posibilidad que nos otorga de convivir en un mismo espacio con personas de diferentes culturas o con diferentes creencias. La tolerancia es la que nos permite vivir en armonía en un mismo país con personas que profesan diferentes religiones, que apoyan otras tendencias políticas, que poseen una condición sexual diferente, etc. La tolerancia no sólo es aplicable a nivel de país, sino que es algo que debemos desarrollar en nuestros hogares con aquellas personas a las que más queremos, como nuestra familia y amigos, así como también, a nivel mundial, donde se intenta convivir en armonía con un sinnúmero de culturas y personas muy diversas.

Como vemos, la tolerancia se encuentra en estrecha relación con el respeto, pudiendo así ser capaces de aceptar las diferentes opiniones en torno a un mismo tema, aceptando y respetando las diferencias étnicas, sociales, culturales y religiosas, entre otras, teniendo siempre en cuenta que aquello que estemos respetando no atente contra la integridad y los derechos de las personas, animales y el medio ambiente.

En algunos ámbitos es más difícil que se de, sobretodo en aquellos de índole religioso, pero en la actualidad hemos visto destacados ejemplos, como la visita de Juan Pablo II a una sinagoga, en Abril de 1986; el papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) no se ha quedado atrás, dialogando con representantes de la comunidad islámica y visitando además templos de otras religiones. El líder del budismo tibetano el Dalai Lama, también se ha caracterizado por la apertura y el diálogo abierto, y asimismo otros líderes religiosos se muestran hoy en día más dispuestos al diálogo y la comprensión; estas actitudes de tolerancia religiosa ya han pasado de ser un lujo para llegar a ser una verdadera necesidad, en un mundo marcado por el conflicto de ideologías, conflictos que han desencadenado los más terribles actos extremistas en el mundo, tanto históricamente como en la actualidad.

Una de las mayores dificultades en torno al ejercicio de la tolerancia, encontrar el punto en el que ya no hay que tolerar. En otras palabras, se trata de la dificultad de establecer el límite entre lo tolerable y lo intolerable. Tal es la dificultad de esto, que se ha constituido como un verdadero problema de índole filosófico.

La tolerancia social en las sociedades modernas se defiende penalmente y busca el respeto de los derechos y los intereses de todas las personas con independencia de sus circunstancias individuales, para la coexistencia pacífica.

A nivel individual es la capacidad de aceptación de una situación, o de otra persona o grupo considerado diferente, pero no todos los individuos están capacitados para ser tolerantes. Es la actitud que una persona tiene respecto a aquello que es diferente de sus valores. Es también la aceptación de una situación injusta en contra de los intereses propios o en contra de los intereses de terceras personas. Es también la capacidad de escuchar y aceptar a los demás.

Este comportamiento social se ha dado en todas las épocas de la humanidad y en todos los lugares del mundo como un medio para la coexistencia pacífica. Los valores o normas son establecidos por la sociedad o grupo que cuenta con el poder político y el control social, que establece el respeto o la persecución de la persona o grupo considerado diferente o problemático. En este contexto es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es también el respeto injusto de las ideas o intereses de los demás en contra de los propios.

Es distinto tolerancia de libertad, y lo más común en las sociedades humanas consiste en la opresión de un grupo minoritario por parte de una mayoría, ya que lo inverso es menos frecuente. Los valores de respeto van en menor grado desde la tolerancia hasta la libertad, pasando por la igualdad social. La tolerancia no tiene porque ser neutral o un valor positivo en sí mismo, puede ser también un medio por parte del grupo con el control social para fomentar o mantener una situación de privilegio que le es favorable.

A nivel legal, en la mayoría de las democracias reconocidas como tales, están establecidos los medios de defensa de las libertades de los individuos.

A nivel personal, en la psicología del individuo, sin embargo, muchas veces depende de como el individuo percibe la situación, se basa en la selección de opciones que escoge en el momento. Se considera generalmente que no hay tolerancia sin agresión, es decir que sólo se puede ser tolerante frente aquello que molesta, es decir con lo que no se está de acuerdo, pero que se acepta por conformidad social, respeto al grupo o individuo, por ejemplo en el humanismo, o para la defensa de un ideal de libertad, o de obediencia a un precepto religioso, el liberalismo o el islam. Muchas veces la elección de una u otra forma depende más de la intención del individuo y de lo que este quiere comunicar que de una opción entre una forma correcta y otra incorrecta. En muchas ocasiones puede haber varias opciones correctas para expresar una misma cosa. También depende de la fuerza social, del generalmente grupo, frente a la que se manifiesta intolerancia. Así, actitudes filosóficamente intolerantes, puritanas, racistas o de fanatismo religioso se manifiestan o no, en diversos grados, dependiendo del poder social del grupo que las manifiesta.

El término persecución ha sido usado históricamente para denotar actos de violencia indiscriminada, sean espontáneos o premeditados. La persecución entre seres humanos va mucho más allá de estar dirigida a grupos religiosos, étnicos o políticos. Cualquier diferencia identificable en apariencia o comportamiento puede servir de base a la persecución. El único rasgo común, es la percepción del individuo o grupo como diferente. Debido a eso, se considera que «perseguir» es la expresión de un rasgo general del comportamiento social, relacionado con el tribalismo y el ejercicio del poder por un grupo, que busca imponer o reforzar la conformidad. La persecución no es reconocida como tal por los perseguidores, solamente por sus víctimas o por observadores externos.

La tolerancia es generalmente una elección dictada por una convicción, a veces condescendiente a veces forzada penalmente. Pero también es fomentada persuasivamente por los medios de comunicación al servicio de los intereses del grupo de control.

En la mayoría de comportamientos de agresor y víctima, el agresor culpa a la víctima de la agresión. La justificación más común es que buscan protegerse así mismos, a sus familias y a la sociedad de lo que ellos perciben como peligrosa influencia del grupo perseguido. Cuando los confrontan, siempre niegan los hechos, y aunque se los demuestren, son casi incapaces de reconocer nada. Ellos están libres de culpa y así se lo hacen ver a todos.

La tolerancia en sus aspectos negativos, permite situaciones como la desprotección y la discriminación del individuo, la permisividad a la esclavitud y la inacción ante la injusticia.

Helen Keller decía «El mejor alcance de la educación es la tolerancia.» Es tanto más difícil comprender un comportamiento y eventualmente aceptarlo, en cuanto que uno no conoce los orígenes del mismo. Por ello la educación se considera a menudo un vector de tolerancia.

La tolerancia no es un bien en sí mismo, puede ser fomentada por un grupo con el control social haciendo propaganda con los medios de comunicación para fomentar sus intereses o lo que considera necesario para sus fines.

Puesto que las mentalidades – en algunos sujetos – evolucionan más rápido que las leyes, existe un desfase entre la moral social, la de un grupo legítimo, y las leyes cívicas. Así, algunas disposiciones de la ley pueden, en un momento dado, ser reconocidas como inadaptadas y, por eso, no ser aplicadas más que parcialmente o nada en absoluto, por falta de medios o de seguimiento social. Así Georges Clémenceau decía en Au soir de la pensée, «Toda tolerancia se convierte a la larga en un derecho adquirido.»

Históricamente, la primera noción en el sentido contemporáneo de tolerancia es la defendida por John Locke en su Carta sobre la tolerancia, que es definida por la fórmula «dejad de combatir lo que no se puede cambiar».

Desde un punto de vista social, permite aquello que es contrario a la moral o a la ética del grupo con el control social. Permite también desigualdades y diferencias dentro de la sociedad. Se trata principalmente de un comportamiento frente a una situación que se juzga mala, pero que se acepta porque no se puede hacer otra cosa o se considera la más conveniente.

El respeto al individuo y a sus ideas interviene solamente a partir del momento en que no se puede convocar el poder público contra su manera de actuar y este respeto no aparece globalmente hasta a partir de 1948 y de la declaración universal de los derechos humanos.

En este marco, la tolerancia no es un valor individual, sino un dinamismo que evoluciona entre la recepción de la regla y la aptitud del poder para hacer que se respete la misma.

Esta noción de tolerancia depende pues de la manera en que el poder concibe su relación con la verdad y de los medios que está dispuesto a invertir para hacer valer esta concepción.

Se pueden citar como ejemplos:

  • Las situaciones de esclavitud y tolerancia de la esclavitud a lo largo de la Historia, a pesar de las condenas a la misma por alguno grupos que se saldaron con catastróficos enfrentamientos sociales repetidamente.
  • La sucesión a lo largo de la Historia entre el permiso y prohibición de abortar para las mujeres y los que las asisten.
  • El procesamiento y posterior encarcelamiento de familias inmigrantes por realizar práacticas tradicionales en sus hijas como la ablación genital mientras la circuncisión de los hijos varones es tolerada.
  • La denominada contemporáneamente violencia de género, el asesinato de mujeres a manos de su pareja sentimental, que ha provocado en España por ejemplo, cambios en el código penal y campañas institucionales denominadas «Tolerancia cero» debido a la falta de movilización social ante el problema.
  • Los debates contemporáneos sobre la homosexualidad. Mientras el poder público considera las prácticas de esta minoría como delito, es fácil amenazar a un homosexual con la pérdida de su trabajo u organizar cazas de homosexuales las cuales permanecen impunes.

Desde que el delito ha desaparecido del código civil de la mayoría de países democráticos, se respeta a los individuos al tiempo que se manifiesta en contra de aquellos proyectos que apuntan a reconocerles el pleno disfrute de los Derechos Humanos.

  • Los medios de comunicación y los debates públicos comtemporáneos insisten en la necesidad de recortar los derechos laborales adquiridos, a los que denominan privilegios, o insisten en la necesidad de defender los intereses económicos de la banca, como desauciar a los inquilinos o no indemnizar a los inversores mientras fomentan el lujo y las empresas vinculadas a él. Utilizando medios públicos o privados propagandisticos hablan en términos deseables y halagüeños de la prosperidad y la bonanza que la situación económica ofrece a individuos o grupos nativos o de recién llegados, mientras colectivos nativos o de recién llegados, con un número mucho mayor de individuos marginados socialmente, privados de sus derechos e incluso recluidos al margen de la legalidad en guetos o «Vallas de Seguridad«, no reciben ningún tipo de atención por estos medios de comunicación y cuando situaciones de estallido social se producen, no se informa de ellas o se da una lectura parcial.

Las modalidades de aplicación de las leyes que deberían depender de los decretos que las promulgan, dependen de hecho a menudo de la disponibilidad del poder de hacer que se apliquen. Por ejemplo, los decretos Jean Zay (1936) prevén la prohibición de llevar signos religiosos y políticos en las escuelas francesas, sin embargo, la no aplicación de esos decretos ha conducido a someter una nueva ley sobre el mismo tema en 2004.

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